Es común pensar que la moda sostenible se centra en paletas de color neutras y minimalismo, sin embargo, el maximalismo sostenible demuestra lo contrario, la posibilidad de vestir con abundancia de color, estampados y texturas sin caer en el consumo excesivo. Tomando acciones como la compra de segunda mano, el upcyling y la moda circular, que proponen dar una nueva vida a lo existente y apostar por prendas o accesorios locales y artesanales. Más que acumular, la clave está en transformar, no se trata de tener más sino de expresar el quiénes somos y cómo nos sentimos con cada prenda que habita en nuestro clóset.
En Latinoamérica, este estilo de vida cobra aún más fuerza gracias a que nuestra identidad cultural siempre ha estado ligada a colores más intensos y narrativas textiles que celebran la diversidad. En México existen grandes talentos como Carlos Pineda (@carlospinedamx), Carla Fernández (@carlafernandezmx) y Camila Banzo (@banzo__), probando que el maximalismo puede ser vibrante, diferente, atrevido, consciente y profundamente conectado a nuestras raíces. En este aspecto, vestir de forma maximalista en nuestra región es un acto de orgullo y sostenibilidad siendo un recordatorio que la moda puede ser tan responsable como expresiva.
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